Es bastante común oír que las mujeres se quejen de la baja temperatura de la oficina, incluso cuando a sus compañeros hombres no parece molestarles la potencia del aire acondicionado. Este reclamo, a diferencia de lo que muchos creen, no se trata de de un «capricho» o un «exceso de sensibilidad»; fue comprobado por la ciencia.