Hay niños que cuando nacen ya tienen el dedo pulgar metido en la boca, lo succionan porque les da una sensación de tranquilidad y relajación. Incluso hay niños que rechazan por completo el chupete y prefieren succionarse el dedo. Esto ocurre porque tienen un gran reflejo de succión que, si no se abandona a tiempo, puede tener consecuencias muy negativas tanto físicas, emocionales y sociales para tu hijo.