Imagina a un grupo de hombre sentados alrededor de una mesa discutiendo las características de la mujer perfecta, ahora imagina tener que PAGAR por escucharlos hablar y que te “enseñen” cual es la forma más apropiada de ser mujer, suena a un mal chiste ¿no lo crees? Pues para nuestra (y desafortunada) sorpresa, no lo es.