El papa Francisco es un gran ecologista. Tanto que, en 2015, creó el Día Mundial de la Oración por el Cuidado de la Creación, una ocasión para que los fieles rezaran por el planeta. También dijo que destruir el medio ambiente es un pecado. Pero su amor por el planeta no se queda en las palabras, a la hora de pintar el Palacio Belvedere, un imponente edificio que forma parte del Museo del Vaticano, el líder de la Iglesia católica decidió utilizar una pintura muy atípica: leche de vaca.